martes, 2 de noviembre de 2010

Autorregulación en la publicidad. La publicidad no está para educar


          El título del artículo, va directo al problema, “La publicidad no está hecha para educar”, en realidad desde mi perspectiva “La publicidad está hecha para vender… productos, servicios, imágenes, realidades que no existen…”. Es un arma bastante potente que al cubrirse con un disfraz pasa desapercibida por el ojo del consumidor, ya que su principal objetivo es dar a conocer productos o servicios al público (que al final de cuentas es su mina de oro) a través de los medios de comunicación, motivando así sus acciones de consumo. Esto no resulta nada barato, al contrario anunciarse cuesta a las empresas bastante dinero, pero al verlo como un negocio simplemente es una inversión que a largo plazo cubrirán los consumidores con las compras que realicen de los productos.
         
          Pero no hay de que asustarse, ya que la publicidad es muy antigua, no es reciente, la gran diferencia es que en sus inicios se llevaba a cabo de forma oral, difundida de unos a otros con el mismo fin que persigue en la actualidad. Para ello se busca convencer al consumidor de la necesidad de adquirir ciertos y cuales productos, aunque éste sepa claramente que no son necesarios en la mayoría de los casos termina comprando aquello que le ha sido anunciado. En escasas ocasiones se habla realmente de lo que ofrecen los productos, se habla sólo de lo que vende y se utiliza la imagen de caras bonitas que hagan que los compradores se imaginen con dichos productos.
          
          Como todo en exceso, la publicidad se puede salir de control. Cada día observamos que por todas partes estamos rodeados de publicidad en todos los medios, es como una gran rueda de la fortuna que nunca se detiene. La televisión es uno de los principales medios de los que se vale la publicidad para alcanzar sus fines, presentan anuncios cada vez más creativos que convencen a los consumidores, y peor aún, sabiendo que ciertos productos no son lo que aparentan, la publicidad sigue ahí, no se acaba.
          
          Como buenos consumidores que somos cuando adquirimos los productos que nos están tratando de vender, nos sentimos muy felices de contribuir en esta cadena publicitaria porque nos venden lo que queremos y como queremos que nos vendan. En realidad los anuncios en muy pequeña medida nos informan leyendas como… consumirlos es nocivo para la salud… tome con medida… coma frutas y verduras… la lista es muy larga y no acabaríamos nunca, pero ¿en realidad se muestra ésta información como debería?, considero que no, regularmente está incluida en las letras tan pequeñitas que ni siquiera se pueden leer o pasan tan rápido que ni siquiera vemos que están ahí, en un estudio reciente de la Asociación de consumidores Fuci publicó el resultado del estudio sobre esta letra pequeña en los anuncios, donde se encontró que: se acota, condiciona o advierte respecto al mensaje u oferta principal pero que resulta prácticamente imposible leer el texto por la rapidez con la que aparece en la pantalla, en el 34% de los caso y que era difícil en la mitad de los anuncios. Así que el problema lo genera el anunciante pero lo complementamos nosotros al hacernos de la vista gorda y engañarnos pensando que somos superhéroes y que no nos puede pasar nada malo.


      
          Ni siquiera en nuestros ratos de ocio nos liberamos de la publicidad, estamos constantemente pagando por ella, por ejemplo, cuando vamos al cine a ver una película para dejar afuera un ratito el mundo real, o sorpresa aún ahí nos están bombardeando con publicidad, entonces podemos afirmar que los medios de comunicación no son neutrales en esta actividad, se prestan a lo que los productores de esa publicidad quieren decir y como en todas partes, lo que más importa es el negocio.
          
          La publicidad esta ahí, pero de nada sirve si nosotros fuéramos conscientes y responsables sobre el uso y abuso de los productos que consumimos. En la actualidad para erradicar el problema se obliga a los creativos de publicidad a que sus anuncios cumplan ciertas normas establecidas por organismos encargados de proteger al público regulando los contenidos y los alcances que llega a tener la publicidad, exigiendo respeto, veracidad, competencia honesta y leal, así como la observación constante entre empresas competidoras en el gremio, donde como asegura Puig sólo "ése es el juego y la gracia del mercado: sobreviven los buenos publicitarios". En mi opinión no es suficiente, estos organismos limitan la creatividad de los anuncios y los obligan a dar un rumbo distinto a lo que promocionan, como afirma Carlos Alija (subdirector del Club de Creativos) "esa vigilancia agudiza el ingenio, te obliga a buscar maneras de contar que no hieran a nadie ni vayan contra la ley". Del mismo modo la opinión de Marc Puig (decano del Colegio de Publicitarios de Cataluña) "a veces las autoridades escurren el bulto y no toman decisiones valientes: si algo es nocivo, que lo prohíban o tomen medidas, pero que no obliguen por ley a la publicidad a asumir las advertencias. Es como si dijeran 'este coche contamina mucho, y yo no hago nada al respecto, pero póngalo usted en su anuncio".
          
          Aún así los consumidores seguimos comprando, entonces el principal problema es la falta de educación que tenemos hacia la publicidad, no hemos aprendido a tomar en consideración las advertencias por mínimas que sean que nos presentan los anuncios, continuamos comprando…, las normas de regulación no bastan cuando no colaboramos con ellas y cuidamos nuestra vida. Como afirma Silvia Blanco “con represión no se arreglan las cosas, y para un Gobierno es más fácil culpar a las empresas que a los ciudadanos”. Lo que se puede hacer en lugar de prohibiciones sin respuesta es reducir legalmente los espacios públicos destinados a la publicidad para empezar a dar solución al problema.
          
          No porque un alumno vea un comercial significa que aprende de él, el entendimiento de cada persona sobre lo que ve, escucha o conoce es subjetivo, cada cual entiende los mensajes de distinta manera. De ahí que la importancia de una cultura orientada al cuidado personal y a la integridad física, en la escuela se pueden abordar temáticas que le permitan a los alumnos desarrollar su capacidad reflexiva y crítica para que al tomar sus decisiones estén totalmente seguros de lo que quieren.

¿Publicidad Falsa?

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