En palabras de Bustos, “Las tecnologías de la comunicación e información (TIC) no sólo trasforman el acceso a la información, la producción de conocimiento y la vida social, sino que también, como consecuencia de ello, abren nuevos caminos a la reflexión ética, su impacto en la producción y distribución del conocimiento, y sobre la aparición de nuevos ámbitos de acciones o comportamientos éticos. Su análisis ético no puede consistir en una simple aplicación analógica de análisis previos sobre otras realidades tecnológicas. Aunque esas realidades históricas hayan sido de suma importancia (la invención de la escritura, de la imprenta….) y hayan modificado el curso de la vida social y el progreso cultural, se diferencian claramente, al decir de esta posición, de las modificaciones que están produciendo las TIC”.
Partiendo de estas ideas surge la pregunta ¿A caso la ética clásica permite el análisis de problemas éticos que surgen con el uso de las TIC?, desde el punto de vista del autor no es suficiente, se requiere de algo más porque estas tecnologías son capaces de transformar el entorno en el que vivimos, donde además se han transformado realidades previas a la aparición de las mismas. Po ello, retoma las aportaciones de Floridi (1999) quien argumenta que “la aparición de las TIC es la causa de una reontologización del medio en que se mueve el hombre. Esa modificación obliga a un doble esfuerzo de teorización: desde el punto de vista cognitivo, demanda un esfuerzo de conceptualización, de asimilación de las nuevas realidades y de integración de las nuevas formas de interacción con ellas. Desde el punto de vista práctico, requiere una reacomodación de nuestros valores a esas nuevas realidades y unas renovadas concepciones críticas de la aplicación de esos valores a las nuevas realidades tecnológicas, de nuevas formas de orientar nuestras acciones en ese entorno tan radicalmente novedoso”.
De estos planteamientos se desprende la existencia de dos planos: el primero corresponde a la materialidad del producto tecnológico (ordenador), y el rango de las modificaciones que ese artefacto podía producir en ciertas formas de vida éticamente evaluables. Y el segundo muestra la singularidad de la infoética, frente a la más antigua ética de los computadores o compuética. De igual manera, existen diferentes posturas al respecto, como afirma de Tavani (2002) la corriente de los considerados Tradicionalistas asegura que lo que se debe hacer es aplicar las teorías éticas tradicionales a las cuestiones morales específicas relacionadas con los computadores y las TIC porque su importancia es puramente circunstancial; enriquecen o hacen más compleja una situación moral, pero no modifican su naturaleza íntima. Mientras que los No Tradicionalistas también llamados Singularistas mantienen que la ética computacional aborda nuevas cuestiones éticas, no existentes con anterioridad al advenimiento de las TIC y un último grupo asegura que esas nuevas cuestiones son el efecto directo de la aparición de las TIC en el ámbito moral, y que no pueden ser afrontadas utilizando las teorías morales tradicionales. No sabemos aún cual de estas teorías puede resolver o integrar las nuevas realidades morales debido a la aparición de valores no sólo morales sino emergentes. Entonces la moneda sigue en el aire…
De ahí que Floridi proponga una reconsideración radical de los problemas éticos relacionados con las TIC, asegurando que es la causa de una antropomorfización en la ética de las computadoras. Para él, las teorías morales existentes no resultan capaces de integrar satisfactoriamente los problemas éticos en este tipo de situaciones, siendo insuficientes las leyes de la imparcialidad y universalidad de Kant para afrontar estos problemas. En este esquema se propone que un agente moral (un ser humano), que realiza (o escoge realizar) una acción A, que tiene consecuencias para un conjunto de pacientes P que también son, en el caso paradigmático, otros seres humanos, donde Floridi aún no está de acuerdo porque menciona que ciertas situaciones en las que intervienen las TIC no se ajustan a este esquema, ya que utiliza el concepto de agente moral para designar al mismo tiempo que a los seres humanos a objetos no humanos como un programa, sistema, sujetos distribuido, etc.
La visión de Floridi es tan radical que al no ser suficiente desde su perspectiva la ética clásica, se dio a la tarea de utilizar otras teorías que modificaran estos esquemas particulares enfocándose en las acciones morales se sujetos-acciones-objetos. Puso su atención en la ética médica, la bioética y la ética medioambiental o ecológica, ya que le permitían una ampliación de los horizontes éticos (extendiéndose las nuevas realidades) y mostrando énfasis en la atención al paciente moral en lugar del sujeto moral. Por lo que asegura que para que los agentes y pacientes morales se incluyan no sólo los congéneres del sujeto moral prototípico (el ser humano), sino todo tipo de objetos; en general, los objetos informacionales no porque sean libres o intencionales sino porque tienen un valor moral. Partiendo de lo cual, propone la ética de las computadoras basadas en el ontocentrismo relacionado a los niveles máximos de abstracción donde todos los objetos de información pueden ser pacientes morales. A lo que bustos comenta que “el problema para la infoética de Floridi es que las proyecciones metafóricas no pueden ser completas, que las estructuras relacionales que caracterizan cada uno de los dominios no se pueden trasladar sin más de uno a otro”.
Además de que todo objeto de información merece consideración moral, en otras palabras respeto, lo cual posteriormente se convierte en obligación pero no de ellos sino de los agentes morales, al no provocar daños en la naturaleza del objeto de información ni contra su propia existencia. Entonces parece que al caer la moneda, encontramos que en la ética clásica los pacientes morales son también, posibles agentes morales. Pero que desde mi opinión no se requiere buscar otros tipos de ética para analizar los problemas éticos que surgen con el uso de las TIC, porque desde la aparición del hombre los cambios han sido una marca representativa en su proceso de evolución y ha aprendido a vivir con ellos y de ellos, considero que la ética clásica es una misma y que para adaptarse a las necesidades del ser humano en el tiempo y con los cambios que está sufriendo, de ella misma se desprenden otros principios éticos para explicar los fenómenos de ocurren como es el caso de las TIC. Creo de los objetos de información (ordenador, software, sistema) merecen un respeto pero no considero que sean los causantes de provocar daño o entropía en la Infosfera sino que esa responsabilidad recae ya sea inconscientemente o intencionalmente sobre los seres humanos o agentes morales quienes al final de cuentas son los responsables de tomar decisiones sobre el uso que ejerzan de las TIC.
Por ello creo que las tecnologías han cambiado radicalmente nuestras vidas desde siempre, vivimos rodeados por ellas, pero no sólo las TIC lo son, todo lo que nos rodea ha pasado por un proceso de cambio y adaptación, así que de igual manera los problemas éticos generados por las TIC también lo harán, en función del respeto que los agentes morales (seres humanos) tengamos al utilizar las TIC (objetos de información) en beneficio de la Infosfera encontrando que la responsabilidad de nuestras acciones recae en nosotros (principios éticos) y no en la tecnología.
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