No nos parece extraño que las cosas a nuestro alrededor cambien constantemente, pero si nos parece raro el intento de introducir instrumentos de la vida diaria en los procesos de aprendizaje. Hasta el momento muchas personas poseen una imagen negativa de los videojuegos, una imagen que ellos mismos se han encargado de producir. Un padre de familia al ver a su hijo jugando videojuegos piensa que no es correcto, que es dañino e incluso una actividad adictiva, en efecto, en gran medida puede llegar a convertirse en eso. Pero ¿qué pasa en las escuelas?, ¿cómo aprenden los alumnos?, junto con el proceso evolutivo del hombre todo en su entorno cambia, la educación ya no es la misma de antes, las técnicas, métodos y estrategias deben enfocarse en las necesidades actuales de los estudiantes. Así como se ha dado paso a la introducción del ordenador en las escuelas, ¿por qué no darle paso al uso de los videojuegos con fines educativos y de aprendizaje?, lo que pasa es que la cultura satánica que se tiene por el uso excesivo de los mismos, nos pone una venda en los ojos y no nos permite ver lo que ocurre allá afuera, allá en el mundo real.
Todos en algún momento hemos aprendido a hacer cosas jugando ¿o no?, el hacer nos ayuda a aprender, abre nuestra mente y le da paso a ideas frescas y novedosas, agiliza nuestros procesos mentales, nos hace personas reflexivas sobre las acciones que realizamos y nos muestra el escenario al que nos enfrentamos día a día.
Es importante mencionar que no todos los videojuegos son tan productivos, ya que algunos de ellos se encuentran encaminados sólo al consumo y adquisición de los mismos por los usuarios y desde algunas perspectivas estimulan la violencia, pero no todo es malo, existe el otro lado de la moneda, hay videojuegos que sin que el jugador se de cuenta lo orientan hacia auto aprendizajes y una mayor capacidad en la toma de sus decisiones, ya que el uso de estas tecnologías fomentan la cooperación, la innovación y la superación constante. De acuerdo con un estudio del Observatorio del Videojuego de la Universidad Europea de Madrid (UEM), los videojuegos no son algo tan negativo como generalmente se percibe, ya que mejoran la sociabilidad y aumentan las capacidades directivas de los usuarios. Joaquín Pérez, que trabajó en esa investigación que consultó a 2876 hombres y mujeres de todas las edades, ha comentado que “los videojuegos despiertan habilidades como la capacidad de superación, destreza visual o destreza y sobre todo trabajo en equipo, muy buenas para la formación, en especial para la de los más jóvenes”.
De igual manera, lo expuesto en el Games, Learning and Society Conference (evento donde participan desarrolladores de videojuegos, investigadores y docentes) por los investigadores de la Universidad de Wisconsin, donde afirman que bien diseñados los videojuegos pueden funcionar como herramientas poderosas de aprendizaje, es decir, de la misma manera que se ha buscado incorporar a la educación medios como el cine, la televisión, las tecnologías…, para estos investigadores los videojuegos puede ser incorporados a través de usos innovadores en una alianza con los procesos y espacios tradicionales en los sistemas educativos.
Los buenos videojuegos son complejos y nada fáciles, demandan esfuerzo mental, improvisación y creatividad para resolver problemas, inferencia para conocer y ejecutar acciones y una atención muy amplia. Un ejemplo de ello es el videojuego Serious game, donde se ponen en práctica capacidades cognitivas, de reflexión, de evaluación y toma de decisiones para acciones determinadas, ya que en él se incluyen factores de riesgo, de tiempo y otros que hacen las situaciones más complicadas e incluso requieren acciones muy precisas por parte de los jugadores, creando esas experiencias donde al sentirse como parte de las mismas aplica sus criterios éticos para darles solución.
Creo que los usuarios de este tipo de videojuegos implican parte de sí mismos, su personalidad, forma de ser, de sentir, de pensar…, es decir, de acuerdo a las situaciones que se les presentan toman decisiones en base a sus propios criterios éticos y al ponerse imaginariamente dentro del juego, actúan como lo harían en la vida real, como ejerciendo un sentimiento de empatía. Pero no creo que todos los jugadores lo lleven a la práctica de esta forma, considero que para algunos el juego es simplemente eso, y que no tiene el poder suficiente como para convencerlos o crear principios éticos que se puedan adquirir por el simple hecho de jugarlo. Presenta un espacio de reflexión sobre los mismos y depende de cada individuo el tomarlos en consideración o simplemente dejarlos ir al terminar la partida.
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